Zoom’Art Magazine

“Une nouvelle approche de l’Art”

Magazine Digital

Referirse a la alta tecnología como lenguaje visual implica revisar las recientes décadas desde el posmodernismo y la influencia que imprimió socialmente en términos de la globalización a finales del siglo XX. La ciencia acudió puntualmente a la sustentabilidad para estabilizar el medio ambiente. Esto influyó notablemente en una abstracción del sujeto, en una despersonalización social, y resultó en un post-materialismo. Pensadores como Derrida y Foucault explican esta tendencia como una nueva forma de estructura social preocupada por el futuro colectivo.

 

De los avances técnicos se derivó una gran cantidad de inventos y desarrollos cibernéticos y altas tecnologías que se mostraban en sí mismos como características visuales, auditivas y táctiles. La evocación a rendir culto a los altos desempeños del desarrollo técnico fue cubriendo de identidad la percepción global y sobreponiéndose a las culturas locales, puesto que la meta universal tendría permiso de mostrarse en todos los rincones del mundo como un ejemplo de porvenir.

La ciencia ficción se torna real. Surge la animación digital en el cine, los productos innovadores, los bits y píxeles desplazan a los viejos acetatos y cintas magnéticas, y los sonidos se descontextualizan. Es así como lo HI-TECH impone su lenguaje sin voluntad propia, pero sí como resultado de una inercia global. Aquí, las grandes empresas lucen mostrando vehículos eléctricos, ahorros de energía en diversos aparatos cotidianos. Relojes, calculadoras y la comunicación se mimetiza desde los teléfonos celulares que hoy juegan la doble función de ofrecer información abierta pero a su vez controles sociales de comportamiento. Desaparición del interés colectivo como base del individuo, dueño de sus ideales y cada vez más engañado, frustrado y deprimido. Es así como el vértigo y el multitask se presentan también en el arte plurivisual, multiconceptual y apoyado por las técnicas más renovadas. La música siguió también con lenguajes alusivos a la interiorización lúdica del egoísmo, traducido en sensaciones homenaje al estado óptimo, a la anhelada meta del gozo permanente. Las imágenes urbanas y sus pantallas gigantes, el arte del video y las imágenes perfectas devoran el contexto urbano con sus millones de píxeles dirigidos a reforzar esta involuntad monstruosa pero con rumbo y control social desde el individualismo.

La arquitectura se impregna de alta tecnología en todo el mundo, despersonalizándose, abandonando los rasgos culturales históricos y provocando fusiones de resistencia artesanal y lúdicos resultados donde el brutalismo recibió presagios perturbadores de esta realidad desde las predicciones orgánicas de H. R. Giger en los años 70 del siglo pasado. Así visto, este tema es más un fenómeno social del rendimiento económico que frenéticamente se sitúa acompañando los anhelos posmodernos y cruza dialécticamente entre individuos enajenados y una limitada consciencia de su origen al servicio de una consciencia social sustentable, cuyos símbolos de rusticidad y regreso a la naturaleza se fusionaron. Hoy, todo ello conforma lo impersonal, el colectivo bajo control de los mercados y la lucha del arte contestatario, manual, gestual y matérico que se revalúa también como fresca tendencia de liberación del yugo tecnológico. La arquitectura es donde se manifiesta con mayor consistencia esta idea de mostrar descarada y crudamente la tecnología constructiva como fin en sí misma, recuperando la estética de los barcos y maquinaria utilitaria. Aquí se estableció el arte de dominar esta rigidez funcional, y ante ello, como sucedió con el Art Nouveau frente al estructuralismo industrial con la Torre Eiffel y el Palacio de Cristal, reminiscencias de la alta tecnología constructiva del siglo XIX. Los criterios orgánicos como S. Calatrava, Zaha Hadid y Fran Gehry contestan a esta tendencia con plasticidad e intención artística.

Vito Ascencio, Arquitecto

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