Zoom’Art Magazine

“Une nouvelle approche de l’Art”

Magazine Digital

Hay un proceso que pasa necesariamente de la figuración a la abstracción, y que en ese lapso de gestación, se van dominando los trazos de la nueva expresión hasta llegar al dominio del nuevo lenguaje. Digo esto por muchos casos que se presentan en el arte de hoy, que siendo pinturas abstractas y cuya realización, aun por reconocidos maestros, son bastante mediocres e incluso bastante malas, pero el mercado del arte, aprovechando el renombre de estos artistas, no duda en poner precios sumamente elevados a obras que no tienen ningún valor estético viéndolos con objetividad. Los preámbulos del proceso que llevan de la figuración a la abstracción, son sólo estudios o intentos por llegar a la meta de lo abstracto. Habiendo muchos ejemplos posibles, sólo voy a nombrar a dos artistas que llevaron este proceso hasta llegar a las admirables obras abstractas de su creación: Willen de Kooning y Richard Diebenkorn.

Si nos situáramos en un hipotético futuro más lejano, veríamos con claridad cómo el tiempo habría decantado lo que es bueno y lo que no. Los verdaderos grandes maestros tienen aún en sus obras más tempranas e incluso en las más pequeñas, como estudios, las huellas de su genialidad futura. Lo que hace el comercio del arte, vulgarmente el negocio, es usar el nombre prestigioso que alcanzó después y es donde encontramos esos pecios exorbitantes por algo donde no hay nada. Igual que los productos del mercado de consumo, sean de alimentos o de ropa. La marca es lo que lo que vale y lo que dictamina el precio en el mercado.

Traigo esto a colación porque hace poco vi una obra del artista alemán Hans Hoffmann, considerado pionero del expresionismo abstracto, lo cual por supuesto le da un valor innegable. Sin embargo hace poco vi que una de sus obras entraba en subasta en ART.SY con un precio base de 200,000 dólares. La obra en cuestión me pareció un estupendo mamarracho, y al que yo le daría un precio infinitamente más bajo, por más Hoffmann que sea. Igualmente, hay muchas de las obras de Cy Twombly, que basándose en sus graffittis y garabatos, y que teniendo sin embargo obras geniales, tiene también obras que son no valen nada, por más que haya gente que lo defienda. Hay muchos más ejemplos de obras sin valor objetivo hecho por grandes artistas, pero que el mercado los sobrevalora, y he puesto igualmente sólo estos dos ejemplos de artistas habiendo muchos más.

Sin embargo, hay un gran valor que es necesario señalar y que es sumamente rescatable en estos casos de creación, y es la valentía para tirarse a ciegas en el pozo oscuro esperando encontrar la revelación de un nuevo camino, y sacar de allí alguna obra valiosa que gracias al hallazgo, lleve no sólo al nacimiento de muy buenas obras futuras, sino el de abrir puertas para otros seguidores y dar nuevas claves de expresión. En algunos casos, también, lo que sale de esa inmersión en lo desconocido, es un fracaso total en el intento. Esos fracasos, engendros deformes de obra, quedan en sólo intentos, pero que el espíritu de investigación llevará al verdadero artista a insistir y no decaer en esa lucha apasionada hasta lograr encontrar las vías del éxito. Si comparamos las maravillosas obras de los maestros antiguos con las de los actuales grandes artistas, veremos una gran diferencia. No es visual, es de proyección espiritual. Había una suerte de refinada artesanía para elaborar una obra, dónde se conjugaban la composición, la armonía de colores, contrastes, regla de oro, etc. Y las obras tomaban un tiempo bastante largo en su ejecución en la mayoría de los casos. El ego se manifestaba, partiendo desde lo interior, hacia el exterior, a mostrar al público una representación, una escena. Y aunque con el paso del tiempo, los artistas fueron descubriendo nuevas formas de hacer arte, siempre había un mayor porcentaje de este deseo de mostrar un tema, y cada vez más mostrando sobre todo una forma de ejecución, como en el caso de los impresionistas, o una forma de gradual abstracción en el caso de los pintores cubistas. Desde que se alcanzó la abstracción, y más aún con el expresionismo abstracto, el ego es interior. Brota el alma con su lenguaje personal: yo soy yo para mí, mi intuición me guía y todo brota de manera automática, lo que hago es mi estilo, no hay tema, es pura expresión de mi ser. En el caso de los antiguos es lo contrario: yo soy yo para ustedes.

Y la historia del arte se abre y se cierra como nudos. En la antigüedad, la obra era anónima y muy ligada al chamán o a la religión, obras que van desde las cavernas hasta el de las iglesias. Se cierra el nudo y se abre un nuevo panorama cuando aparece la primera obra firmada, y desde entonces deja de ser anónimo y con la expresión del yo soy para ustedes. Cuando aparece el arte abstracto, en especial el expresionismo donde una de sus raíces principales es el de la pintura automática propuesta por los surrealistas, se cierra el nudo anterior y se abre el nuevo panorama, el del yo soy yo para mí. En esta realidad actual del arte, donde hay también mucho vacío, siento que se gestando poco a poco, otro tipo de expresión, como si el artista fuera solo el instrumento de entidades que intervienen a través de él, actuando tan sólo como un médium, revelando cosas que pronto empezaremos a interiorizar.

Leoncio Villanueva,
Pintor peruano

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