

Si nos situáramos en un hipotético futuro más lejano, veríamos con claridad cómo el tiempo habría decantado lo que es bueno y lo que no. Los verdaderos grandes maestros tienen aún en sus obras más tempranas e incluso en las más pequeñas, como estudios, las huellas de su genialidad futura. Lo que hace el comercio del arte, vulgarmente el negocio, es usar el nombre prestigioso que alcanzó después y es donde encontramos esos pecios exorbitantes por algo donde no hay nada. Igual que los productos del mercado de consumo, sean de alimentos o de ropa. La marca es lo que lo que vale y lo que dictamina el precio en el mercado.
Traigo esto a colación porque hace poco vi una obra del artista alemán Hans Hoffmann, considerado pionero del expresionismo abstracto, lo cual por supuesto le da un valor innegable. Sin embargo hace poco vi que una de sus obras entraba en subasta en ART.SY con un precio base de 200,000 dólares. La obra en cuestión me pareció un estupendo mamarracho, y al que yo le daría un precio infinitamente más bajo, por más Hoffmann que sea. Igualmente, hay muchas de las obras de Cy Twombly, que basándose en sus graffittis y garabatos, y que teniendo sin embargo obras geniales, tiene también obras que son no valen nada, por más que haya gente que lo defienda. Hay muchos más ejemplos de obras sin valor objetivo hecho por grandes artistas, pero que el mercado los sobrevalora, y he puesto igualmente sólo estos dos ejemplos de artistas habiendo muchos más.


Y la historia del arte se abre y se cierra como nudos. En la antigüedad, la obra era anónima y muy ligada al chamán o a la religión, obras que van desde las cavernas hasta el de las iglesias. Se cierra el nudo y se abre un nuevo panorama cuando aparece la primera obra firmada, y desde entonces deja de ser anónimo y con la expresión del yo soy para ustedes. Cuando aparece el arte abstracto, en especial el expresionismo donde una de sus raíces principales es el de la pintura automática propuesta por los surrealistas, se cierra el nudo anterior y se abre el nuevo panorama, el del yo soy yo para mí. En esta realidad actual del arte, donde hay también mucho vacío, siento que se gestando poco a poco, otro tipo de expresión, como si el artista fuera solo el instrumento de entidades que intervienen a través de él, actuando tan sólo como un médium, revelando cosas que pronto empezaremos a interiorizar.
Leoncio Villanueva,
Pintor peruano
